Como se venía esperando, las oposiciones de Secundaria en la Comunidad Valenciana este año han servido para despedir gratuitamente a interinos que están cobrando sexenios y reemplazarlos por gente joven sin experiencia que no los va a cobrar de momento. La técnica que se ha usado en general por parte de los tribunales ha sido endurecer anormalmente la primera prueba, que ha sido escrita y eliminatoria, para dejar pasar sólo a la gente más joven. Es cierto que hay algún viejo que ha escapado a esa escabechina, como yo, por ejemplo, que obtuve un 7,24 y fui la quinta mejor nota del tribunal, pero estadísticamente es un hecho que la gente de mayor edad y con más años trabajados no obtiene buenos resultados en esas pruebas, especialmente en los supuestos prácticos. Luego, si alguno de los viejos aún escapa a ese primer filtro, se lo cepillan sin contemplaciones en la segunda prueba con cualquier excusa, que es lo que me ha ocurrido a mí.
Han suspendido a tanta gente en el primer examen que el segundo examen ha quedado edulcorado y han aprobado al 80%, por no dejar tantas plazas vacantes. La fase de concurso ha desaparecido completamente. Después de tanta discusión con el baremo de méritos y los años de experiencia, todos los que han sacado un cinco tienen plaza. De las 335 plazas que han sacado en mi especialidad, hay 262 aprobados y 73 plazas que quedan vacantes, el 22%.
Yo actué en el tribunal V5 de Lengua Castellana. En la primera prueba, masacraron al 80% y sólo quedamos vivos 13 de 62 presentados. Fue el tribunal que más suspendió en esa primera prueba. Yo saqué la quinta mejor nota porque el examen fue anónimo y se usaron unas etiquetas con códigos. Pero en la segunda prueba, cuando ya se pudo saber mi nombre y buscarme en Google, aprobaron a todos menos a mí. Me han humillado con un 2,9 cuando en ese tribunal había asignadas 21 plazas y sólo éramos ya 13. Y, de las otras doce personas que han sacado plaza, diez son chicas más bien jóvenes y dos chicos también jóvenes, la mayoría sin ninguna experiencia docente, varias de ellas periodistas que han hecho unas pocas prácticas y no sabían qué empleo buscar.
Esa programación que presenté, con alguna modificación, la presenté en el año 2009 y el inspector Alberto Morales Guillén, que era el presidente del tribunal, me puso una muy buena nota. Para mí el tongo está más que claro, me han pisado con total impunidad por mi perfil ideológico y personal, bien por mis publicaciones o bien por ser el más viejo de los que quedaban vivos.
La presidenta del tribunal se llama Ana Consuelo Mas Llàcer y fue nombrada a dedo por el conseller Marzà y colocada en el tribunal que ellos quisieron después de que los opositores hubiésemos sido asignados a los distintos tribunales. A partir de ahí, su opinión es ley, y mover una nota de esta gente es prácticamente imposible, y más en un examen oral. Aunque hay aparte otros cuatro profesores que actúan de vocales, estos presidentes suelen dominar a los demás, por ser los enviados de la Conselleria.
Se produce además otra coincidencia muy curiosa. La mejor nota de ese tribunal V5 la ha obtenido un muchacho de unos 23-24 años llamado Marcial Pérez González. Esta persona explica en su Facebook que es natural de Bicorp y que estudió en el IES La Canal de Navarrés. Coño, qué casualidad que Ana Consuelo Mas Llàcer aparezca en el curso 17/18 como tutora de un curso de 1º de ESO en el IES La Canal de Navarrés. Estamos hablando de un pueblecito extremadamente pequeño allá en el límite de la provincia de Valencia. Marcial Pérez obtiene en el primer examen un diez redondo, en el segundo un 8,36 y en el tercero otro diez redondo. Y esto se supone que yo me lo tengo que callar y tragar para que no me pase nada.
Los jueces tienen que entrar a fondo en estos putos tribunales porque la cosa va cada vez a peor, hasta que no se lleven por delante a unos cuantos no van a parar.
La actuación mía ante el tribunal fue un paripé indigno. A mitad de mi preparación, en el tiempo de la llamada "encerrona" en el aula contigua, aparecieron diciendo que el guion que yo aportaba "no era un guion", y me hicieron reescribirlo con menos texto. El guion era claramente un guion, no llegaba a llenar una cara de un folio. La convocatoria es explícita: en el apartado 7.2.1.2 (Segunda prueba) hay dos subapartados muy claros: el apartado A habla de la "presentación y defensa de una programación didáctica", y dice: "Asimismo podrán utilizar un guion que no excederá de un folio y que se entregará al tribunal a su finalización". Y luego en el apartado B, referido a la "Preparación y exposición de una unidad didáctica o de un bloque temático", dice literalmente: "Para su exposición, que será pública, podrá utilizar un ejemplar de la unidad didáctica o del bloque temático y el material auxiliar que considere adecuado, que deberá aportar ella misma, así como un guion o equivalente que no excederá de un folio y que se entregará al tribunal al término de aquella".
Para mí, claramente lo que dice es que hay un folio para la programación y otro folio para la unidad didáctica, aparte de que para la unidad didáctica puedo usar el material que me dé la gana. Pues sólo me dejaron un folio para las dos cosas, y aun ése tuve que vaciarlo parcialmente porque, según la secretaria de ese tribunal, un guion es algo más breve. Pero es que en la convocatoria pone claramente que tienes dos folios, y yo me había preparado la exposición de esa manera, y luego ya las cosas empezaron a torcerse. ¿Dónde pone en la convocatoria lo que es o no es un guion y cuánto texto puedo tener en ese folio?
Antes de empezar mi exposición les recordé que tenía derecho a usar la programación y a usar cualquier material que considerase oportuno en la parte de la unidad didáctica, y ahí ya arrugaron el morro. Luego, empecé repasando los puntos de los criterios de evaluación que había publicado la Conselleria. No me dejé ninguno, los tenía bien preparados, yo sabía que aquellos criterios los había publicado Marzà para aumentar el porcentaje de aprobados, como así sucedió, y no faltando ninguno pensaba que como mínimo habría que tener un cinco. Pues a los cinco minutos de empezar a hablar me veo a uno de los vocales del tribunal cuchicheando con la tal Ana Consuelo y ella negando con la cabeza con mala cara, luego vinieron algunas risitas y en el turno de preguntas esta Ana Consuelo se lanzó a por mí en mal tono: que si no le gustaba el que hubiese preparado unidades separadas para el bloque de lengua y el de literatura, porque prefería mezclar las cosas, que si el control de lectura estaba mal situado y representaba demasiada carga. Yo había puesto un único control de lectura en marzo para los tres libros obligatorios simplemente porque eran libros de los que se tendrían que examinar los alumnos en Selectividad, y no me parecía lógico examinar el primero de esos libros ya en noviembre, para venir a explicarlo en abril y luego volverse a examinar en junio. La separación de las unidades por bloques es otra cosa perfectamente normal, por ejemplo el manual de Bachillerato de la editorial Micomicona, que es uno de los más usados en la provincia de Alicante, lo hace así. Luego hubo alguna otra preguntilla, pero a mí la cosa me olía bien mal. Nada más crucé la puerta y avancé por el pasillo, ahí ya me habían acuchillado.
Entonces, aquello claramente fue una encerrona con trampas, navajazos traperos y animadversión hacia mí. Ana Consuelo Mas Llàcer en ese tribunal no deja de ser un cargo político, porque así ha sido elegida. Nada más había que ver la cara que puso cuando fui a presentar el escrito de alegaciones a la nota, qué gustazo ver al otro derruido por tus injusticias.
Obviamente, voy a presentar recurso de alzada ante la Dirección General de Personal. Si Marzà realmente quiere tener unas oposiciones limpias, que actúe en ese tribunal y que les obligue a explicar los criterios por los que el único profesor con una experiencia docente apreciable salió aplastado en esa prueba mientras que todos los demás aprobaron.
Y no voy a presentarme más. Es clara la total arbitrariedad, quieren hundirte, purgarte soviéticamente, que te creas que no vales, quieren colocar a todas las jovencitas y que vivas en la precariedad y la humillación continuas. Ahora aún podré pescar alguna de las últimas vacantes que sobren, en los lugares que nadie haya querido, y cuando llegue me asignarán los grupos que hayan los demás descartado y el horario más raro y con más huecos, siempre en el Apartheid, en la discriminación abierta, recordándome que yo no debería estar allí. Y muy posiblemente no debería.
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