En los dos cursos anteriores he estado dando clase en el IES de Pedreguer, y en este curso he cambiado al IES Historiador Chabàs de Dénia. El cambio ha sido voluntario, porque en Pedreguer podría haber seguido ocupando la misma plaza. Como, al llegar a Dénia, algún alumno me ha preguntado el motivo del cambio, pues lo voy a explicar ahora.
En el IES de Pedreguer hay un director llamado José Miguel Mut Ronda, que pasó a director en el curso 2019/2020 después de estar muchos años en el centro como profesor. Este director creo que tiene 45 ó 46 años, prácticamente los mismos que yo. Nos conocemos desde hace mucho tiempo, porque él también imparte Lengua Castellana y coincidimos en ese centro en los cursos 2009/2010 y 2012/2013.
José Miguel Mut Ronda es el director más ideologizado que yo he conocido, y he trabajado en 14 centros distintos. El grado de politización de la educación que hay en ese centro no lo he conocido en ningún sitio. Nada más se entra por la puerta principal, ya hay una bandera morada feminista y en el recibidor hay allí dos paneles hasta el techo con todo tipo de propaganda feminista, incluyendo panegíricos de la terrorista Dolores Ibárruri. Los pasillos están forrados de papelitos exactamente en el mismo sentido, y al final en las puertas de las aulas ya colgaron cartelitos arcoiris promoviendo la homosexualidad. Cuando hizo este director su discurso para proponerse ante el claustro para ocupar el cargo, la única propuesta suya que recuerdo fue "mejorar el Grupo de Acción Feminista". Un "grupo de acción" que se compone de muchachas menores de edad que reciben instrucciones suyas.
Por poner un ejemplo previo a la pandemia, me manda un día acompañar a mi grupo de tutoría de 4º de ESO al salón de actos a escuchar unos testimonios de la Guerra Civil. Había allí como mínimo cuatro o cinco políticos de unos determinados partidos, y no de los otros, que venían directamente del Ayuntamiento y que habían invitado a unos personajes variopintos que estuvieron explicando cómo a sus abuelos los habían matado en el 36, y curiosamente no había ningún muerto del bando nacional, ni tan siquiera familiares del sacerdote de Pedreguer, al que habían asesinado en los meses previos al golpe. Sólo se impuso allí la versión del PSOE, sin ningún tipo de crítica ni debate.
Mirad cómo hacen los concursos literarios en mi asignatura en ese instituto:
- La temática del microrrelato se basará en una narración libre y original sobre el tema de la igualdad de género y/o la diversidad afectiva y sexual, este año deberá tener un desenlace positivo.
¿Entendéis el concepto de "narración libre" que se tiene en el IES de Pedreguer? Me obligaron a difundir en mis clases las bases de este concurso, el número de alumnos míos que participó fue de cero.
Claro, en estas condiciones ya estaréis imaginando cómo habrán sido las reuniones en el despacho de esta persona. La primera reunión fue por mis explicaciones sobre la Guerra Civil, que a él no le parecían adecuadas y que habían generado quejas de algunas alumnas. Esas alumnas (que, por otra parte, a mí me trataban muy bien) eran muy probablemente las integrantes de los "grupos de acción feminista" que él va promoviendo. Ese curso se cortó por el confinamiento y no dio tiempo a más discusiones, aunque sé que las tenía preparadas, porque me lo confesó en el curso siguiente.
El acoso a un profesor interino no deseado por la dirección se suele intensificar en el segundo curso, porque es ahí cuando existe la duda de que pretenda tomarse ese destino como pseudodefinitivo, sobre todo si su posición en la bolsa de trabajo es muy alta. En muchas ocasiones, lo más sencillo es reducir el número de profesores de ese departamento suprimiendo asignaturas optativas o asignando la docencia de 1º y 2º de la ESO a profesores de otros departamentos, sobre todo si se empaquetan dos o tres asignaturas en los llamados "ámbitos". En este caso, esto no era tan fácil, porque ya el departamento estaba muy reducido.
La segunda reunión de amedrentamiento se dio ya en el curso 2020/2021. Me notificaron muy oficialmente la convocatoria y allí me encontré al director, la vicedirectora y una profesora que no formaba parte del equipo directivo, pero era la responsable de "igualdad". Allí se me dice que yo en el aula he hecho "afirmaciones sexistas", pero cuando le pregunto cuáles son esas afirmaciones no me las puede concretar, ni tampoco identifica a las alumnas reclamantes. Sólo menciona que yo he defendido las relaciones abiertas en el aula (el mismo tío que hace concursos literarios para defender la "diversidad afectiva y sexual"). Me insiste en que dedico excesivo tiempo de mis clases a tratar aspectos no relacionados con el temario, aspectos preguntados directamente por los alumnos. La responsable de "igualdad" dice: "Tú aquí vienes a dar clases de lengua y literatura, nada más". Se redacta allí solemnemente un acta, que me obligan a firmar y que sirve a modo de amonestación, como paso previo a informar a la inspectora y proceder ya con acciones subsiguientes que no se concretan.
Cuando vuelvo al aula, pregunto a los alumnos si he dedicado excesivo tiempo a tratar aspectos de fuera del temario y me responden que soy el único profesor que cumple con la programación. Y, de hecho, al final de curso dejé impartidas todas las unidades didácticas.
Mientras tanto, en el patio se organizaban en algunas clases unos corros de alumnos sentados en el suelo con una profesora hablando. Alguna vez, al terminar mis clases, yo pasaba caminando hacia el aparcamiento y oía alguna frase: "Y, por supuesto, al quedarse embarazada fue despedida inmediatamente". No sé qué temario allí se estaba impartiendo. En un artículo anterior ya expliqué también cómo se meten en las aulas a dar su doctrina directamente sin ninguna cortapisa.
Pasan unas semanas y vuelve el director a la carga. Habíamos tenido en el departamento un arduo proceso de negociación a principio de curso para decidir los libros de lectura obligatoria en los diferentes cursos. Había una profesora que quería imponer en 4º de ESO un panfleto político de violencia de género, uno de esos libros de autoras desconocidas que imitan a las novelas para poner todas las moralejas del programa electoral del PSOE y que sólo se venden cuando se prescriben en las aulas, que en una librería no encontrarían salida. A esto me negué, pero le dije a esta profesora que el libro lo pusiera ella, pero se negaron porque era absolutamente imprescindible que todos los alumnos leyesen el mismo libro. Entonces, puse como condición que fuese un libro del temario y acabaron poniendo La casa de Bernarda Alba, porque no encontraron otro más feminista.
Pero esto no era suficiente para José Miguel Mut, de modo que apareció en la reunión del departamento "proponiendo" que nos sumásemos a un acuerdo general, decidido en la "Comisión de Coordinación Pedagógica", que preside él, para incluir en el curso siguiente una lectura obligatoria como mínimo, de las tres de cada curso, con autoría femenina o temática LGTBI, entre otras opciones muy parecidas. El truco era que aquello se había decidido en la llamada COCOPE, que incluye a todos los directores de departamento y que suele decidir muchas cosas. Pero, en este caso, le informé de inmediato de que mi programación de aula es mi trabajo, y que la COCOPE no tiene competencias para decidir mis lecturas obligatorias. Esto lo aceptó a regañadientes y ya quedó ofendido.
Otro de los grandes eventos para mejorar la formación de los profesores fue obligarnos a acudir a un claustro por la tarde a escuchar a un representante del colectivo LAMBDA. Aprendí allí que los transexuales nos llaman a los demás "cisgénero", igual que los gitanos nos llaman payos. No te acostarás sin saber una cosa más.
Y así es como pasó el curso, con esa continua mejora educativa, hasta que nos plantamos en las calificaciones finales y aquí vino lo mejor. Había una alumna en 4º de ESO que había obtenido conmigo una nota media superior al 9,5 pero inferior al 9,75. La jefa de departamento, en su afán por normativizarlo todo, había puesto el umbral del redondeo al punto superior al 9,75, y esto lo había especificado muy claro en la programación, que había sido luego aprobada por la inspección educativa. Yo me había atenido a la programación y había puesto como nota final a esta alumna el 9.
Pues ya con las clases acabadas y con todo el mundo de cara a la playa, aparecen los padres de esta alumna y exigen reunirse conmigo presencialmente, aunque la normativa de ese curso era tener todo el contacto con los padres por teléfono o webcam. Accedo a la reunión y básicamente lo que me dicen es que su hija tiene un 10 en todas las asignaturas y que el no haber obtenido también un 10 en la mía sólo puede ser culpa mía. Y habla esta señora muy severamente y diciéndome cómo hacer mi trabajo, y explicando que "matemáticamente un 9,5 es un 10", y tirando por tierra mi trabajo, y diciendo que los exámenes estaban mal puestos. En realidad, es muy fácil explicar por qué alguien tiene menos de un 10, porque los errores cometidos son tan pocos que no hay mucho que discutir. Esta alumna tenía una nota inferior al 9,75 por dos motivos: el haberme entregado una redacción en formato digital con dos tamaños de letra distintos en el cuerpo del texto, aparte de usar una letra de tamaño inferior a 11, que es el que yo indiqué como mínimo, y sobre todo el haber suspendido el control de lectura de El árbol de la ciencia, un control de lectura que era tipo test y que no tenía subjetividad en la calificación. Este control lo volvió a realizar días más tarde y yo le acabé poniendo un 5, porque, según nuestra programación, las recuperaciones de las lecturas darían una nota máxima de 5.
Pero esto no convencía a aquella señora, y exigía el 10, porque en algún lugar debía estar mi error. Me explicó también que lo que buscaba era el premio extraordinario al rendimiento académico de la ESO, un premio que a mi entender no merecía porque ya en ese mismo grupo había otra alumna mejor que ella.
Entonces, yo me niego a prevaricar y manipular una nota que ya ha sido puesta con total objetividad, y si sólo se van a dar 100 premios extraordinarios en toda la Comunidad Valenciana, pues otra persona tendrá más merecimiento que esta alumna, y de ahí que se pase al Bachillerato y a ver qué hace.
Pero como esta persona sigue insistiendo en que cambiemos la programación, en que es la programación la que está mal hecha, yo voy a buscar a la jefa del departamento para que defienda mi postura, pero esta señora lo que hace es lo contrario, y comienza a presionarme para que redondee la nota, saltándome la programación que ella misma ha hecho. Ahí me levanto, les digo que pongan reclamación por escrito y me voy.
Una vez puesta la reclamación, la jefa del departamento, que es la encargada de tramitarla, en todo momento va por ahí diciendo que va a intentar subir la nota por todos los medios. Me piden de todo, cada examen, cada trabajo, y no encuentran forma de subir más que unas décimas poniendo un 10 a la redacción en la que las letras cambian de tamaño conforme vas leyendo. Pero no se atreven a subir la nota del control tipo test, para hacer ya la prevaricación completa, porque ahí se rajan al final.
De modo que la reclamación pasa a José Miguel Mut en estos términos: la nota se sube un poco, pero no llega al 9,75 y por lo tanto no puede subir a 10.
Y a mí me llega por e-mail la resolución del director estimando la reclamación y subiendo a 10, y aparte me convoca para una reunión el día siguiente en su despacho.
Yo, al ver la convocatoria, pienso que va a darme explicaciones de su incomprensible decisión, pero me siento allí y vuelve a la carga con unas supuestas afirmaciones sexistas mías en el aula, hechas seis meses atrás. No me indica quién realiza la reclamación, pero esta vez se lo pregunto directamente y, claro, la reclamación la hace la señora con la que me reuní, que ya ha obtenido su 10, pero además quiere tomar venganza.
Parece, entonces, que yo hice dos afirmaciones sexistas y homófobas como las siguientes: la primera tuvo que ver con una cita mía en el Tinder, por la que algunos alumnos me preguntaron antes de empezar la clase, sin que estuviésemos dando el temario. Parece que yo respondí que la señora tenía más edad de lo que aparentaba en las fotos y que estaba "vieja y arrugada", por lo que rechacé tener más citas. Esto era la afirmación sexista y el "contar mi vida sexual en clase". Estoy hablando de alumnos de 15-16 años. La afirmación homófoba era que "los que acuden a los gimnasios son todos maricones". Esto era lo que había apuntado esta alumna, se ve que a lo largo de los meses, o lo que la madre había inventado en la reclamación. Yo en ningún caso dije esas palabras, lo que hubo fue una pregunta de un alumno antes de empezar la clase, mientras los demás se estaban sentando, sobre si yo había ido alguna vez al gimnasio, y mi respuesta fue que había ido una vez siendo jovencito y que me había encontrado a unos señores vestidos de licra haciendo pesas mientras se miraban al espejo, y ya no volví más. Es decir, que no era mi ambiente.
Entonces, parece que a lo largo de un curso académico entero hay que apuntar cada conversación informal que tenga ese profesor, aunque sea con otro alumno completamente distinto, para ver si se puede tergiversar, sacar de contexto o directamente falsificar para presionarlo al acabar el curso para subir ilegalmente las notas. Ésta es la educación que se está dando en ese instituto, todo correcto.
José Miguel Mut es cierto que nunca dice nada fuera de sitio, tiene una personalidad plana y monótona, blindada ante estos scandalizaturi que proliferan por el sistema educativo. En el curso 2012/2013 me llamó el padre de una de sus alumnas de 2º de Bachillerato para que le diese clases particulares de preparación de Selectividad, porque pensaban que con este profesor se iban al despeñadero. ¿Pero esto a quién importa? El Colectivo LAMBDA aprueba su gestión.
Cuando, ya al final de la reunión, después de más amedrentamientos y advertencias de que la inspectora andaba ya tras mis pasos y que a la próxima exigiría reunirse personalmente conmigo, le pregunté por el motivo de haber estimado la reclamación de nota, directamente respondió con un "bueno, vale" y no explicó nada.
Ante esto, yo contacté con la inspectora de zona para que me diesen al menos una explicación, porque las notas no las puede cambiar el director, y las reclamaciones han de tener un fundamento claro. No se puede, bajo ningún concepto, un profesor inventar las notas, y menos las que no son suyas. Es claro que hicieron un trato de favor muy claro, y sobre todo hicieron aquello que más me pudiese molestar a mí, que era la intención primera.
La inspectora contacta con el director y le obliga a enseñarme su motivación, que es ésta:
Aunque es cierto que la nota que establecemos como última no llega al 9,75, que es una condición reflejada en la programación del departamento de Lengua Castellana para poderla redondear al 10, la alumna obtiene como nota final un XX. [Inferior a 9,75].
Por tanto, ha de tener una calificación de 10 en la evaluación final ordinaria en la materia de Lengua Castellana y Literatura, porque se han tenido en cuenta su evolución y las notas a lo largo del curso.
Y ahí acaba su argumentación, reconoce que no se puede subir la nota pero luego la sube sin más justificación que la "evolución" a lo largo del curso. Directamente se inventa la nota y aquí no pasa nada, la inspección está informada, pero este tío sigue siendo director del centro y el malo y el culpable soy yo, porque uso más palabras de las estrictamente necesarias.
Leed, si tenéis curiosidad, la ORDEN 32/2011, en la que se regulan estas reclamaciones. Es una normativa muy clara, sólo hay dos formas de cambiar una nota:
La aplicación incorrecta de los instrumentos de evaluación y calificación, según la programación del departamento y la normativa.
La inadecuación de algún instrumento de evaluación a los objetivos y contenidos establecidos en la programación o el resto de la normativa.
No se ha demostrado, ni tan siquiera argumentado, ni una cosa ni la otra, yo veo aquí un acto completamente ilegal y nulo de pleno derecho, no hay por donde cogerlo. Entonces, no he tenido más remedio que poner una denuncia en el juzgado de Dénia, porque no sé si estos actos se deben a su ignorancia de la normativa o a su arbitrariedad, no sé si hubiese actuado igual si fuese yo una de las feministas que dan charlas en el patio, porque si se trata del segundo caso estamos ante un delito de prevaricación, con inhabilitación de nueve a quince años.
Yo no he visto en 17 años una cosa igual, no he visto un tío que por la misma inquina personal, por el deseo de dejar en mal lugar a su subordinado y desacreditarlo, llegue a manipular sus notas ilegalmente. No es que instrumentalizan ideológicamente la educación de todos, no es que incentivan y magnifican las reclamaciones de unos padres, mientras minimizan las de otros, es que directamente, si el profesor no es de izquierdas, manipulan hasta sus notas.
Yo creo que aquí la Conselleria de Educación debe actuar, yo ya informé a la inspectora de zona de la situación, y no parece haber ocurrido nada. Tienen que hacer algo, emitieron una normativa en 2011 y están obligados a hacerla cumplir, el acto administrativo a mí me parece completamente nulo, y José Miguel Mut tiene que dar explicaciones muy claras, si las tiene.
Y luego está la madre, que se cree que ha hecho algo grande, pero lo único que ha hecho es educar a su hija en la delación, la denuncia falsa y la obtención con malas artes de un premio académico indigno.
De modo que por eso no estoy en el IES de Pedreguer, porque me niego a trabajar con esta persona como director y porque no se han respetado mis derechos, aunque los alumnos son los mejores que he tenido.
Y creo que estoy mucho mejor en el Chabàs, que es donde yo hice el Bachillerato a principios de los 90, y donde decidí estudiar Filología Hispánica y hacerme profesor. Pues ya estoy aquí, aunque sólo quede en activo un profesor de los que yo tuve. De momento, la jefa de departamento ya me ha dicho que ponga los libros que me dé la gana, y en 2º de Bachillerato directamente he obviado el libro de texto y he preparado un dosier con todas mis explicaciones, con textos seleccionados por mí, porque ése es el derecho de todo profesor, reconocido en la Constitución, enseñar de la forma que honestamente crea que es mejor, sin injerencias políticas ni presiones externas.
Y, en la próxima reunioncita de amedrentamiento, responderé como Al Pacino en Esencia de mujer.
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