Hablo poco de política últimamente, tengo una lista de documentales cada vez más larga en el Netflix, pero a veces me llegan ecos a través de UTBH de los alaridos que pega uno por la ventana o las reyertas tabernarias en el Congreso.
Sí que me informo de lo que me puede afectar a mí, como la deriva legislativa del Ministerio de Igualdad. No creo que se esté entendiendo lo que pretende Irene Montero, pienso que se infravalora la ideología que hay detrás.
En la llamada "ley trans", pienso que subyace una concepción disgregada entre el sexo biológico de un ser humano y el rol social de género. Históricamente, estos dos factores han estado siempre unidos, pero desde hace unas décadas existe una corriente ideológica que los quiere separar. No me convencen los argumentos cientificistas sobre el cromosoma XX o el XY, porque esa ideología no niega que existan esos cromosomas, sino el hecho de que el rol social a desempeñar dependa de los cromosomas. La pregunta es si nuestra sociedad está dispuesta a que una persona desempeñe un rol social de género distinto del que tradicionalmente se ha desprendido de su sexo biológico. Pero claro, para responder a esa pregunta primero hay que aceptar que existen esos roles de género y que son algo que se debe mantener. De ahí que el feminismo se haya fracturado, porque realmente no había un feminismo, sino dos feminismos que partían de dos concepciones radicalmente distintas. A mí me repugnan los dos feminismos, pero pienso que el feminismo que niega la necesidad de los roles de género es todavía más falaz y mentiroso, por lo que, a la pregunta de si nuestra sociedad puede aceptar un cambio de rol de género en aquellos sujetos interesados, mi respuesta es que sí, pero que ese rol se debe ejercer y mantener, y no jugar a la ambigüedad. Acepto a una persona transexual con toda la implicación que corresponda, no acepto al tío con bigote que se declara mujer.
En la famosa afirmación de que los niños y "les niñes" deben practicar el sexo con quien quieran, pienso que hay una ilegalidad clara, porque mientras no aparezca el vello púbico no debe existir ninguna actividad sexual, y en ese momento esa persona se llama púber o adolescente, pero no niño. Además de eso, los menores de edad no están capacitados para consentir porque suelen estar controlados por los adultos, por lo que esa actividad sexual deberían realizarla con personas de edad muy parecida para que la relación fuese sana. En el caso de personas que ejercen el control directo de esos menores, pienso que la edad de consentimiento debe ser aún mayor. Quiero decir que la legislación actual me parece que está bien. Pero la pregunta es cuál es el interés que mueve a Irene Montero y a la ideología que representa a intentar acceder a los menores a edades más tempranas, y a mí me parece que tiene que ver con el deseo de homosexualizarlos, porque en los materiales "formativos" a los que accedemos los profesores ya se insinúa ese deseo de facilitar la expresión de la homosexualidad en edades anteriores a la pubertad. Recuerdo también las charlas formativas que el Colectivo Lambda da en los centros, en las que exhiben el porcentaje creciente de homosexualidad en el alumnado como algo positivo, o como mínimo algo a lo que debemos los profesores adaptarnos sin ningún cuestionamiento.
En la llamada ley del "sólo sí es sí" es muy clara la estrategia: repetir la misma jugada que con la ley de violencia de género, empaquetar casuísticas muy distintas en un mismo concepto abstracto y opaco, crear un tabú alrededor de ese concepto y maximizar la alarma social para forzar más cambios regulatorios en un futuro. Esa ley sí que establece la inversión de la carga de la prueba, por más que algunos lo nieguen, y desprotege totalmente a los hombres porque el consentimiento puede darse pero revocarse en cualquier momento, y aunque no se hubiese revocado se puede luego mentir y se darán por buenas las mentiras. La idea es inflar las cifras de agresiones y marcar a un sector de la población como violador, incluyendo a muchos inocentes que son tranquilamente encarcelados, crear una situación de miedo e indefensión en los varones para que las mujeres tengan todo el control de la sociedad. Esto parece que ha importado a muy pocos, pero sí que ha indignado gravemente que haya habido rebajas de penas a violadores ya condenados. Esta rebaja pienso que se debe a que les ha sido imposible englobar varios tipos penales en uno solo e igualar las penas por arriba, por lo que han tenido que ponerlas en un término medio. Me parece correcta la indignación por la excarcelación de estos individuos, pero la misma indignación debería haber cuando se comience a encarcelar a los inocentes, y esa indignación no la vamos a ver. Y luego vamos a ver qué ocurre cuando los excarcelados de Montero vuelvan a violar, que lo harán.
Montero es probablemente la persona más necia que haya ocupado un ministerio en la historia de España, aunque es cierto que tiene siete veces más cojones que el cheposo ése al que enseñaron las balas y salió como alma que lleva el diablo. No tengo ningún problema con Montero, que se ha sacado del coño tres hijos y un ministerio, y eso no lo pueden decir todas, porque lo importante es atender a la estrategia que hay detrás, que seguirá en marcha aunque esta persona dimita, aunque no creo que lo haga porque sería un error obvio. Sánchez está prácticamente obligado a agotar la legislatura y a encomendarse a una mejora económica o algún error grave de Feijoo (muy improbable), siempre que Montero no vuelva a hacer alguna de las suyas.
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