Todo el verano se lo han pasado algunos discutiendo sobre el cambio climático, pero realmente lo que hay es un exceso de vapor en la atmósfera causado por la erupción del Tonga. La NASA calcula que este volcán ha aumentado en un 10% la humedad de la atmósfera, y los efectos de esto son más que evidentes, la temperatura media se ha disparado varios grados.
No está claro todavía qué influencia pueda tener exactamente la humedad atmosférica en el efecto invernadero, pero alguno habla del 60%, es decir, si el aire estuviese seco la temperatura media mundial sería unos 10ºC inferior.
Se está empezando a estudiar la influencia de esto, se cree que la reducción de la humedad en un 10% entre 2000 y 2009 fue lo que causó que las temperaturas medias aumentasen un 25% menos de lo que se esperaba.
Luego está el tema de los océanos, que son los mayores sumideros de CO2, por encima de la biomasa, pero captan más CO2 cuanto más fríos están. Por encima de una temperatura, en lugar de captarlo pueden pasar a emitirlo.
Entonces, la idea esa de que si se seca el aire bajan las temperaturas 10ºC hay que matizarla: bajarían primero 10ºC y luego entraríamos en un efecto retroalimentado por aumento del albedo (por el crecimiento del hielo en los polos) y por una mayor captación de CO2 por parte de los océanos, hasta que nos viésemos en una glaciación.
O bien, puede suceder el efecto contrario: un aumento súbito del vapor atmosférico puede llevar a un invierno tan flojo que reduzca el hielo de los polos y aumente de modo irreversible la temperatura de los oceános y se pongan luego a emitir CO2 en lugar de captarlo, y nos veamos como en el Cretácico, con el CO2 en 4.800 ppm., en lugar de las 400 ppm. que hay ahora, y las temperaturas medias en 42ºC, desde los 15ºC que hay ahora.
Claramente, para que se desencadenen todos esos procesos hace falta más que la erupción del Tonga, pero hay que verlo por el lado positivo: ¿el ser humano puede, o va a poder en un futuro cercano, controlar el clima mediante el control de la humedad atmosférica?
El cálculo que ha hecho la NASA estima que el Tonga ha emitido a la atmósfera 146.000 millones de litros de agua. España tiene 505.944 millones de metros cuadrados. Si lloviese en un año un litro por metro cuadrado en exceso de la pluviosidad media, caería al suelo más del triple de agua de lo que ha emitido el Tonga. La pluviosidad media anual en España está alrededor de los 600 litros por metro cuadrado.
Y esto me ha hecho acordarme de la creación de lluvias artificiales en Dubai con drones que lanzan descargas eléctricas, supongo que a imitación de los rayos, que son los catalizadores naturales de las lluvias.
Pero claro, esto tiene un tamaño muy limitado. Suponiendo que Dubai pueda crear unos 100 litros al año de lluvia artificial en sus 22 km2, esto no llegaría al 2% de lo que ha emitido el Tonga.
Pero hay también muchos otros lugares desérticos interesados en crear lluvia. En el estado de Nevada afirman que el 10% de su lluvia ya es artificial. Pero en Nevada sólo llueve un litro al año por metro cuadrado, lo que da, si se consideran sus 286.352 kilómetros cuadrados, 286.352 millones de litros de lluvia al año. El 10% de eso es el 20% de lo emitido por el Tonga.
Entonces, si se ponen medios en todo el mundo para crear lluvias artificiales, en lugar de ir poniendo pasaportes de huella de carbono o recomendando comer insectos, es posible que el clima empiece a enfriarse a corto plazo, mientras poco a poco vamos pasando a la movilidad eléctrica y la fusión nuclear. Un pequeño cambio puede significar un gran cambio a largo plazo, pues hagamos nosotros ese pequeño cambio, no estemos nada más que a base de prohibiciones y discursos apocalípticos.
10:23:17 ---------------------