Ayer vi que me habían ingresado ya el dinero, $54,20 por acción. Ahora creo que es el momento de reflexionar sobre esta inversión, que ha sido la mejor que he hecho hasta el momento, tanto por volumen de dinero ganado como por porcentaje sobre mi cartera. Unas cifras similares alcancé con mi entrada en el Nasdaq en mayo de 2020, pero allí el dinero se regalaba, mientras que este año yo voy a sacarle a mi cartera sobre un 29%, mientras que el Nasdaq cae en lo que va de año algo más de un 30%.
Mi inversión en el Twitter ha tenido dos fases: una primera entrada el 26 de abril a casi $51, que fue un error por precipitación, y una segunda el 5 de julio a $38,27, que es la que ha dado la rentabilidad. En la primera entrada puse la mitad de mi cartera y en la segunda la otra mitad.
Se equivoca quien diga que he corrido riesgo por haberme concentrado, porque el riesgo lo ha corrido el que ha estado alimentándose de fantasías y optimismos comprando cosas sobrevaloradas. Yo he invertido con un contrato en la mano, contrato que se tenía que cumplir sí o sí, en un país con una muy alta seguridad jurídica y en una jurisdicción como la de Delaware, que ahí es implacable. Me leí muy bien el acuerdo, documenté muy bien la operación, y ya en mayo escribí aquí que Musk estaba bien pilladito por los huevos. Lo demás ha sido esperar e ignorar la farfolla de los periodistas.
Este año el extracto de mi broker va a ser muy corto, sólo he operado ocho veces hasta el momento.
Pero la reflexión que yo quería hacer es el papel que cumplen los medios de comunicación en las inversiones. La pregunta es cómo han podido producir toda esa volatilidad en una operación que siempre ha estado clara y firmada, cómo se las han arreglado para inducir el miedo en los pequeños inversores para facilitar que los pájaros del tipo de Carl Icahn hayan comprado a manos llenas a precios de derribo.
El pasado 20 de octubre, cuando ya la transferencia estaba en camino y Musk estaba preparando la renovación de los lavabos, todavía estaban sacando bulos acerca de una posible investigación regulatoria, y tumbaron la acción otro 5%, hasta los $49,89. Es decir, un 8,6% de rentabilidad en seis días hábiles sin ningún riesgo, no está nada mal. La aprobación regulatoria de la operación se había obtenido definitivamente muchos meses antes. Las noticias, publicadas en varios medios de supuesto prestigio, decían básicamente que había rumores de que las autoridades podrían, a lo mejor, investigar a Elon Musk por sus conexiones con inversores extranjeros, y que esto incluiría todas sus empresas, incluyendo el "Twitter deal". Y ahí estaba la falacia, porque se investigarán en todo caso las empresas que posea Musk, pero no se revisa el deal, el acuerdo. En realidad, no creo que se investigue nada.
Pero da igual, yo estoy ahora mismo muy contento. Quiero elogiar especialmente a Bret Taylor, que ha sido hasta ahora el consejero delegado de Twitter, porque cuando Musk llegó con las prisas le puso en la mesa un contrato bien duro, que blindaba la operación, y luego cuando se intentó escapar actuó con determinación y se fue directamente a la Court of Chancery de Delaware. Varias veces hizo Musk ofertas a la baja, pero él aguantó muy bien.
Mucho menos hay que elogiar a Parag Agrawal, que creo que no colaboró lo suficiente y que intentó poner palos en las ruedas.
Mi plan para los próximos meses es comprar renta fija con maduración máximo a un año, están dando los US Treasuries el 4,66%, y no me molestaría hacerme también con algún bono corporativo bastante solvente que me dé un poco más, siempre dentro del dólar. Y allá por el otoño de 2023 miraré qué precios hay en la renta variable. Este plan lo puedo cambiar en cualquier momento y no es un consejo de inversión.
Mi lectura de la situación de mercado es clara: este crash viene por un cambio de paradigma macroeconómico y rompe todo el ciclo alcista de los últimos 13 años. El QE, que ha sido el impulsor de ese ciclo, se ha convertido en QT y el resultado lo estamos viendo. Y no va a haber una vuelta al viejo paradigma, porque la recuperación de las rentas del trabajo, que está vinculada directa e inevitablemente a la desglobalización, ha acabado con aquel mundo deflacionario en el que se podía crear masa monetaria y repartirla sin sufrir inmediatamente la inflación. Pero ahora toda esa masa monetaria está apareciendo y se está moviendo, por lo que la inflación que no saltó en su momento saltará en los próximos años. Esto no tiene por qué implicar una crisis económica, porque esa mejor renta disponible da un crecimiento del PIB, pero el paradigma es radicalmente distinto, y eso da unos ganadores y unos perdedores. Entre los perdedores, están los juggernaut tecnológicos que lideran los índices y que han cotizado a múltiplos inflados sobre beneficios inflados.
Entonces, para mí este crash va a tener tres patas: una primera por ajuste del PER, que responde a la pura matemática de las subidas de tipos, una segunda por caída brusca de los beneficios, en la que los inversores se darán cuenta de su grave error de haber puesto múltiplos altos a márgenes insostenibles, y una tercera por el puro miedo, como ha pasado con el Twitter. Cuando los medios ya sólo vendan miedo, ahí es cuando compraré, pero de momento estamos completando tan sólo la primera pata de la bajada, y aún no del todo. Yo a un ajuste de este tipo le doy de año y medio a dos.
Por eso, para entretener la espera, es aconsejable desconectar de enteradillos del YouTube, cuentacuentos de las páginas salmón, charlatanes de los foros, superhéroes de Wall Street, cursillos de mediocres o entrevistas con viejas glorias.
Os voy a recomendar tres documentales del Netflix que os van a servir mucho para la inversión:
Podredumbre: aquí se explica todo lo que ha sido la globalización en la industria alimentaria, cómo se desmantelaron las empresas pesqueras de Nueva Inglaterra para meter pescado asiático congelado, cómo el oligopolio avícola obliga a los granjeros a malvivir y sobreexplotar las granjas, cómo China mete jarabe de arroz en nuestro mercado de la miel, cómo las mafias y los cárteles mexicanos controlan el mercado del aguacate, cómo la mitad del agua embotellada que nos venden es agua del grifo (aunque la marca Bronchales del Mercadona creo que está bien), y cómo casi todo el cacao se produce en condiciones de esclavitud en Costa de Marfil.
Cuba libre: ahí he visto por primera vez imágenes de la derrota española de 1898, y luego todo el control del amigo americano, desde Batista hasta Raúl Castro, pasando por la crisis de los misiles y la Bahía de los Cochinos, cómo se ha usado Cuba primero para el monocultivo azucarero, con la crisis que eso desencadenó, y luego como refugio de las mafias norteamericanas, con untamientos a Batista, y luego cómo Fidel fue maniobrando para llegar al poder y nunca marcharse.
I love Venice: aquí se muestra el proceso de gentrificación más extremo del mundo, la población de Venecia no para de bajar, mientras la ciudad se ha convertido en un parque temático y un complejo hotelero.
Cuando ya hayáis superado vuestra adicción, cuando ya podáis estar meses sin operar y sin consumir noticias, ahí podréis pasar al lado de los "duros", como decía Kostolany, y tener la oportunidad (que nunca la seguridad) de ganar algo.
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