He escrito ya tres artículos sobre la quiebra del SVB, y éste va a ser el cuarto. La frase que repiten casi todos es "hay algo que se ha roto". Estoy de acuerdo, hay un antes y un después. No se puede pretender que la economía siga como si no pasara nada cuando la mitad de tu sistema financiero ha cerrado, con toda probabilidad, el crédito a cal y canto.
Vamos a ver algunas cifras:
El sector bancario de EEUU tiene en total 22,8 billones de activos, de los cuales sólo 13,38 están en manos de los bancos grandes, los que están regulados y controlados. Es decir, el 41% del sector bancario de EEUU son bancos pequeños, como el SVB o más pequeños. Pero además, estos bancos pequeños acumulan el 80% de los créditos al sector inmobiliario, tanto residencial como de locales y oficinas.
Entonces, vamos a ponernos en la situación de uno de esos bancos: si por un lado se le han devaluado sus activos, por el otro las regulaciones van a aumentar, por el otro la morosidad, especialmente en el sector de locales y oficinas, está subiendo sin parar y al final le están retirando los depósitos, no queda muy claro cómo puede mantener abierto el crédito.
Quiero decir que, para mí, el crédito hipotecario estadounidense se está secando o se ha secado ya, y esto va a dar la típica crisis inmobiliaria que cíclicamente se repite en todos los países. No creo que sea una crisis como la de 2008, porque hay dos diferencias fundamentales:
El tamaño de la deuda es menor y los impagos no van a llegar tan lejos.
No tenemos el comodín del QE, esa crisis habrá que pasarla sin dinero gratis, salvo que se quiera ir a inflaciones del 15%-20% durante una década.
Va a ser, por tanto, una crisis más larga y enquistada, que empezará más lentamente pero no se podrá parar.
No hay ninguna economía de ningún país que resista el cierre del crédito ni los impagos hipotecarios. Mi tesis sobre la no recesión y el dinamismo del sector industrial hay que matizarla: sí que va a haber recesión, que será además inflacionaria. La Fed no puede subir más los tipos, porque las costuras del modelo viejo ya están reventando, pero no puede bajar los tipos porque la moneda está ya herida y hay una inflación monetaria todavía leve que puede ir a más.
El escenario que ahora se dibuja es el que todos vimos hace dos años, pero que parecía que habíamos olvidado: estanflación. La situación va a quedar bloqueada en un bajo crecimiento y continuas subidas de precios, al estilo de los años 70. Hay que releer la carta de Warren Buffet de 1979:
"Un amigable pero agudo comentarista de Berkshire ha señalado que nuestro valor en libros por acción al final de 1964 hubiese comprado alrededor de media onza de oro y, quince años más tarde, después de haber conseguido todos los beneficios con mucha sangre, sudor y lágrimas, el valor en libros producido compraría más o menos la misma media onza. Una comparación similar puede hacerse con el petróleo de Oriente Medio. El problema ha sido que el Gobierno ha sido excepcionalmente hábil en imprimir dinero y crear promesas, pero inhábil para imprimir oro o crear petróleo".
Hoy, una acción de Berkshire compra 225 onzas de oro, ahí veréis el viento en contra que tuvo Buffett en los 70. Si el oro, junto con Berkshire, había subido un 1.042% en ese periodo, el S&P500 lo hizo en un 48%.
El dinero va a ser papel, no pueden dejar de emitir, van a fundir la moneda para evitar la espiral de impagos, y la gente va a correr a comprar cualquier activo real, oro, inmuebles, materias primas, renta variable buena o Bitcoin. La idea de una subida de tipos ordenada, una vuelta al 2% de inflación y un crecimiento sano y sólido se rompió el 8 de marzo, cuando quebró aquel banquito desconocido y nos dimos cuenta de que el sistema financiero no aguantaba las subidas de tipos.
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