Hace ya varios meses que tengo pendiente este artículo, sobre todo teniendo en cuenta el cambio de gobierno en la Comunidad Valenciana y la voluntad manifestada por el nuevo consejero de educación de reducir el adoctrinamiento y el alineamiento ideológico en las aulas.
Lo primero que hay que tener en cuenta a este respecto es que el profesor adoctrinador no va a tomar una postura explícita a favor del PSOE o el PCE, no va a repartir octavillas con la cara de Pedro Sánchez o Yolanda Díaz. Lo que va a hacer es intentar camuflar su doctrina ideológica usando etiquetas como "valores transversales" o "inclusividad". La educación en valores existe, y es muy importante, pero es fácilmente pervertible si no se tiene en cuenta qué valores hay que inculcar y qué peso va a tener cada uno. Básicamente, lo que se está haciendo es dedicarse al feminismo en todas sus formas y, ya como segunda prioridad, a la defensa de la homosexualidad, obviando en gran medida los otros valores.
Si no se acepta de partida que la ideología de género es una ideología política que lo que pretende es tener el poder en la sociedad, no se va a solucionar nada. La idea que muchas profesoras pretenden vender es que el feminismo es algo del interés general de lo que no se puede dudar, cuando es muy claro que el feminismo es una ideología de origen marxista que está vinculado con la izquierda política. La ideología de género no tiene un consenso en la sociedad. Existe una parte, que puede superar el 50%, que no tiene interés en ella.
El dinero público en el sistema educativo debería dedicarse a inculcar valores que tuviesen un consenso en la sociedad: la autoestima, la fidelidad, la resiliencia, el civismo, la alimentación sana, el desarrollo espiritual, el cuidado de la naturaleza, la capacidad crítica… Hay mucho en lo que trabajar, pero en este artículo vais a ver cómo en muchos centros se está sobredimensionando la parte que más interesa políticamente a cierto sector del profesorado, desatendiendo lo demás.
A mí la imagen de unas señoras que, con los menores a su cargo, anteponen la defensa de sus intereses políticos al desarrollo de esos menores me resulta repugnante, y hace años que vengo denunciándolo. Esto no va a ser fácil de arreglar, porque la ideología política ha impregnado absolutamente toda la práctica docente a lo largo de décadas, la izquierda ha tomado la educación pública como un coto privado, se ha hecho fuerte, ha filtrado el acceso e incluso ha encontrado formas, mediante la manipulación, de usar a los profesores neutros ideológicamente como su correa de transmisión.
Este artículo espero que sea una guía para que la inspección educativa pueda actuar más eficazmente, porque limitarse a hablar con la dirección de los centros no es suficiente para entender todo lo que está ocurriendo.
El uso generalizado de libros de texto como herramienta obligatoria y única para todos los profesores de una misma materia es el primer paso en el adoctrinamiento. Se ha ido generalizando la idea de que el trabajo de un profesor de instituto es administrar un contenido que una editorial le ha dado. Apenas existen ya profesores capaces de crear sus propios contenidos. En el caso de la asignatura de Lengua Castellana, en el libro de texto están todos los contenidos teóricos, los autores a tratar, los textos concretos a comentar y cada ejercicio. El profesor se convierte en una especie de muñeco de José Luis Moreno, al que le entra una mano por el cogote y lo hace hablar. Lo mínimo de lo mínimo para que yo pueda decir que estoy dando una clase de Lengua Castellana será decidir los textos que voy a comentar, pero esto no es así, los textos alguien los ha elegido y me los impone.
La normativa en la Comunidad Valenciana es muy clara: los profesores sí que pueden producir sus propios contenidos y usarlos en lugar del libro de texto, pero en el caso de que usen un libro de texto deberán usar el mismo que usen sus compañeros de departamento, por lo que se deberá llegar a un acuerdo. No hay ninguna restricción en la libertad de ese departamento de elegir el libro que prefiera, siempre que sus contenidos se ajusten al currículo oficial.
Ahora bien, el uso de esos materiales propios se ha dificultado mucho tras la implantación del sistema de Xarxa Llibres, que hace que los alumnos intercambien los libros de un curso por los del curso siguiente sin ningún coste. Esto económicamente les puede venir bien, pero en la práctica les obliga a comprar todos los libros de texto a partir de 1º de ESO, y eso hace que, si un profesor decide usar materiales propios y deben adquirirlos aparte, sientan que hay un gasto innecesario.
En la práctica, lo que ocurre muchas veces es que los profesores usan el libro de texto que ha elegido colegiadamente su departamento, y ese departamento tiene una mayoría de profesoras feministas de izquierdas. Esto, por supuesto, es una mera casualidad, la intención de Xarxa Llibres es reducir el coste económico para las familias.
Este problema se ha agravado todavía más en este curso, porque se ha ampliado Xarxa Llibres al bachillerato.
Los libros de texto que venden las editoriales son, en general, muy variados, hay algunos que intentan la neutralidad ideológica y otros que van a lo que van, buscando sutilmente el sesgo ideológico en cada ejercicio y cada explicación.
Pienso que la Conselleria debería suprimir el sistema de Xarxa Llibres y pasar a un sistema de concesión por el que las editoriales debieran ofrecer su producto sin sesgos ideológicos y a un precio ajustado. Idealmente, la misma Conselleria se podría encargar de la impresión y la distribución, reservándose el derecho a reimprimir cada año los libros sin volver a pagar, de modo que se pudiesen utilizar libros de un solo uso, con huecos para que los alumnos rellenasen las cosas sin tener que copiar los ejercicios en su libreta. Esto ahorraría muchísimo tiempo en las clases y haría aprender más rápido. También permitiría que cada profesor eligiese individualmente el libro de texto que quiere usar. No estaría mal tampoco que la Conselleria permitiese a los mismos profesores producir esos libros para sus clases y los mandase impresos a ese instituto, aunque fuese en forma de cuadernillos de papel reciclado.
Es normal en la asignatura de Lengua Castellana que se impongan tres lecturas obligatorias en cada curso. Estas lecturas deberían ser literarias y de cierta calidad, dentro de lo que corresponde en ese nivel, pero lo cierto es que hay gente que ve un buen hueco para meter su ideología y no duda en aprovecharlo.
En varios institutos he visto que hay personas de fuera del departamento, incluso desde el ayuntamiento, que han intentado "sugerir" el libro El infierno de Marta, una ficción sin ningún valor literario que sólo busca verter la ideología de género en un molde novelístico.
Hay algunos departamentos que también piensan que es de la más extrema importancia que todos los profesores impongan las mismas lecturas obligatorias, y casualmente en esos departamentos es donde se tiende a buscar libros ideologizados.
En un IES en el que estuve, el director llegó a convencer a la Comisión de Coordinación Pegagógica para que obligase a los departamentos a imponer una de las tres lecturas con autoría femenina o temática LGTBIQ+, con la idea de que no pudiese ningún profesor escaparse de esto.
En otros departamentos la manipulación es más sutil, pero casualmente siempre se acaba con libros más bien mediocres que no podrían obtener ventas en las librerías por sí mismos.
A esto habría que añadir otro ejemplo: concursos literarios temáticos en los que el premio sólo se puede dar a relatos de una temática concreta y con un final predeterminado. Ya os podéis imaginar de qué temática estoy hablando.
En los últimos años, se viene generalizando la intervención de los ayuntamientos gobernados por partidos de izquierdas dentro de los institutos de Educación Secundaria.
Es claro que las competencias en educación recaen en el gobierno autonómico, y la gestión directa de los institutos corresponde a la consejería de educación, es decir, que los ayuntamientos en los institutos no tienen nada que hacer. Pero los ayuntamientos están llenos de políticos, y esos políticos tienen dinero público, por lo que frecuentemente se acercan a los centros ofreciendo actividades extraescolares gratuitas. Esas actividades pueden ser de carácter abiertamente político o, como mínimo, estar fuertemente sesgadas.
Un ejemplo puede ser la organización de una conferencia de "víctimas" de la Guerra Civil en la que sólo aparecen nietas de víctimas del bando republicano. Esas víctimas no fueron muertes accidentales durante la guerra, no eran niños, ni enfermeras, ni población civil, sino combatientes que fueron apresados, juzgados y condenados como criminales de guerra o como culpables de rebelión por el régimen franquista. Y a esa conferencia asistieron abiertamente políticos del PSOE y Compromís, aparte de todo el alumnado de 4º de ESO con asistencia obligatoria.
Otro ejemplo puede ser la asistencia, también obligatoria, por parte de alumnos de 1º de Bachillerato a una representación teatral de unos poemas de Lorca. La representación fue gratuita, el ayuntamiento la pagó, pero no fue de ninguna obra teatral de Lorca, no se representó La casa de Bernarda Alba, ni Bodas de sangre, ni Doña Rosita, la soltera, sino que se teatralizaron los Sonetos del amor oscuro, unas composiciones de amor homosexual que el autor nunca quiso publicar. Y hay que decir que Lorca no forma parte del currículo de 1º de Bachillerato.
Podría poner más ejemplos del omnipresente Lorca, que aparece también en la Selectividad. No aparecerá ningún ayuntamiento gobernado por el PSOE o Compromís que ponga dinero público para organizar representaciones de Jacinto Benavente, José María Pemán, Torrente Ballester o Eduardo Marquina. Y, si algún ayuntamiento gobernado por el PP lo intenta, el profesorado pondrá pie en pared.
Más grave todavía es el uso político de la policía. Los ayuntamientos controlan a la policía local, y algunos mandan a sus agentes a dar charlas en las aulas sobre violencia de género, entre otros temas. Esas charlas a mí me parece que tienen un carácter político, porque hacen una interpretación ideológica de unos hechos penales, y por lo tanto no deberían permitirse. Nadie que tenga obediencia debida a un político debería entrar a dar clases en un instituto.
El problema más grave al que se enfrenta un profesor neutro ideológicamente en su práctica docente es lo que llamo la "disciplina de departamento". Esa "disciplina" consiste en la continua coacción por todos los medios hacia los profesores de una materia para que hagan lo mismo que sus compañeros, lo que hace que se acabe imponiendo la mayoría de izquierdas. Un profesor en la Educación Secundaria o el Bachillerato no tiene obligación de hacer lo mismo que sus compañeros, tiene su libertad de enseñanza reconocida en el artículo 27 de la Constitución, y los currículos oficiales ya contemplan la posibilidad de que un solo profesor pueda usar una programación propia. El problema es cómo ese derecho se hace efectivo, porque existe desinformación entre los profesores y la inspección no interviene nunca para garantizar que cada profesor ha obrado en conciencia, continuamente en las reuniones se les presiona para que se acoplen a una programación conjunta, y si se niegan pueden ser víctimas de un cierto acoso, sobre todo cuando hay reclamaciones de alumnos o padres en su contra. Concretamente, en las revisiones de nota es frecuente que ese departamento intente modificar esa nota, en contra del criterio del profesor, si ese profesor ha ido por libre y no se ha ajustado a la programación conjunta.
Hay algunos personajes que aparecen de repente por los centros, invitados por la dirección o alguien del profesorado. Ni son profesores, ni son policías, ni son políticos, son simplemente parásitos del sistema educativo que van de instituto en instituto envueltos en una cierta superioridad moral contando algo. Siempre cobran del erario público, a veces directamente del presupuesto de los centros, otras de partidas presupuestarias de alguna consejería, otras de los ayuntamientos, y su función es ir a dar charlas en favor del feminismo o la homosexualidad. Yo he asistido (por obligación) a varias de esas charlas, organizadas por el Colectivo LAMBDA.
El GAF es el Grupo de Acción Feminista, es decir, una organización interna de ese instituto, compuesta por alumnas y profesoras, que en principio debe luchar por la igualdad en ese centro. La idea de que sea una organización transversal que mezcle alumnas y profesoras es lo que no me gusta, porque es fácil que alguna profesora aproveche el grupo para alentar reclamaciones por parte de las alumnas contra algún profesor que no sea lo bastante feminista. También es frecuente que algunas alumnas, después de pasar por el GAF, muestren comportamientos más politizados. No creo que ningún centro deba tener ese tipo de organizaciones, y menos si pueden acabar generando discordia entre el alumnado.
Hay algún listo que en los centros se dedica a ponerse camisetas con los lemas que a él le interesan. Alguno llega incluso a intentar imponer una camiseta con un mensaje político a todo el profesorado, con la idea de marcar o señalar a quien no se la ponga. Esto es cierto que me ha ocurrido sólo una vez, pero fue recientemente, nada más ganar las elecciones el PP en la Comunidad Valenciana. El mensaje que debíamos reproducir era "La meua llengua és ingovernable", y el e-mail que envió este profesor fue: "Mañana, todos con la camiseta". Casi nadie fue con la camiseta, todo hay que decirlo, pero es que no debería este profesor introducir mensajes sobre "gobernabilidad" en los centros, porque muchos de los profesores o de los padres de los alumnos pueden haber votado al PP y no tienen por qué ser presionados para llevar una camiseta con un lema que va contra sus ideas o convicciones.
Lo mismo ocurre con las pulseritas que a veces se reparten con mensajes contra la violencia de género. No es que la pulserita vaya a tener ningún efecto directo, parece más bien un intento de marcar al "facha" que no se ponga la pulsera. Se sabe muy bien también que toda la masa de votantes de VOX, más gran parte de la masa de votantes del PP, discrepa del concepto de violencia de género, lo que hace que, para cualquier profesor o alumno, llevar una pulsera con un lema que va contra sus convicciones o ser señalado por su ideología sea perjudicial para él en cualquier caso. Este tipo de actuaciones no deben ser toleradas en un sistema educativo público.
Cada año, los estudiantes de los institutos hacen huelga en días sueltos. Tienen permitida la huelga, si no recuerdo mal, a partir de 3º de ESO, aunque son los bachilleratos los que hacen un seguimiento del 100%.
No he visto nunca una huelga de estudiantes que se base en la falta de oportunidades laborales, en la escasez de plazas de la FP, en la dificultad en el acceso a becas o en la desprotección ante las adicciones. Las dos huelgas que llevamos este año han sido a favor del pueblo palestino, las de los años anteriores tenían que ver con Ucrania o el cambio climático.
¿Quién decide realmente esas huelgas? Creo que pasa algo parecido a lo del GAF, que lo que parece un movimiento estudiantil tiene detrás a las profesoras, porque la capacidad crítica y de discernimiento de estos menores es muy pequeña.
Nadie va a oponerse a un "día de", total, sólo es una vez al año. Así, hay un día de la mujer trabajadora, otro día contra la violencia de género, otro día de la mujer y la niña en la ciencia, otro día de la diversidad afectiva y sexual, y así se van creando más y más días de reivindicación política que sirven de excusa para llenar de carteles las paredes, organizar actividades en las tutorías o hacer trabajos manuales temáticos en las clases. El día de la mujer es ya la semana o el mes de la mujer, pero yo vaticino que los "días de" van a seguir proliferando hasta que la Conselleria haga algo.
Relacionadas con los "días de", son frecuentes las actividades obligatorias con tema impuesto, especialmente la elaboración de viñetas o cartelitos que luego se van pegando en las taquillas, las paredes, los tablones o los paneles que se van colocando allí donde hay algo de espacio. No todas esas actividades tienen un cariz político, pero algunas sí, y esto no respeta el artículo 27.3 de la Constitución y un porcentaje de padres ve cómo la formación moral de sus hijos va en contra de sus convicciones.
Este tema es controvertido y es obvio que se va a negar. El acoso a los profesores existe, obviamente. Cuando la propia Conselleria publica en su web un protocolo contra el acoso es porque se reconoce el problema. Ese acoso puede ser por varias causas, pero la causa ideológica es la más frecuente.
Hace unos meses, estuve leyendo una entrevista con una profesora en el diario El País, y esta señora se quejaba de que "siempre ha habido uno que todos sabemos que es el facha", y de que "esta gente te puede desmontar toda la educación que estás haciendo". Claro, el problema es muy grande cuando una verdad puede desmontar cien mentiras.
Entonces, claro que hay acoso por motivos ideológicos, aunque esto es muy variable entre un centro y otro. El acoso de los profesores se traduce simplemente en no saludar por el pasillo, mirar de manera intimidante cuando pueden o quejarse de ti a la dirección cuando encuentran el más mínimo motivo, pero poco más, no pueden hacer gran cosa.
Dentro de un departamento, ya he explicado antes que la situación se empieza a complicar cuando hay una reclamación de notas y se falla a favor del alumno que reclama para desautorizarte a ti. Esta discriminación es muy difícil de probar. Otras estrategias son el andar discutiendo o soltando sarcasmos en las reuniones o manipular con supuestas inspecciones o hipotéticas denuncias que nunca se producen.
Pero el acoso real hacia un profesor va a provenir de la dirección del centro. Ahí es cuando se va a intentar maximizar cualquier queja o reclamación contra ti, se va a problematizar tu trabajo en reunioncitas de "amonestación verbal", se te van a hacer horarios con huecos o se te van a asignar aulas peores, y en caso de que seas interino se va a intentar reducir el número de horas asignadas a ese departamento en la esperanza de que no quede disponible ninguna vacante para el curso siguiente y así abandones el centro. El acoso bien hecho es indetectable para ese profesor, el director puede aparecer incluso como "poli bueno", diciendo que es por tu bien que debes cambiar, que hay una gran multitud de padres quejándose extraoficialmente, que él está intentando frenar las reclamaciones, que hay una gran parte de alumnado que se queja de ti, pero esos nombres nunca aparecen, o lo hacen en número muy escaso.
El profesor que no tiene experiencia en esas situaciones va a creer que algo va muy mal, que la niña que lo saluda amablemente luego le pone reclamaciones, que todos los padres tienen ya un grupo de Wasap titulado "campaña ciudadana contra el profesor X", y cuando está en las clases tiene miedo de hablar, piensa que cada frase puede ser reclamable, y poco a poco se va hundiendo y acaba pidiendo el traslado, lo que va aumentando la homogeneidad ideológica de ese centro.
Este tipo de acoso es muy difícil de parar por parte de la inspección, salvo que se tome la molestia de asistir a las clases o limite la parte de subjetividad interpretativa que añade la dirección del centro. El profesor debe defenderse de esto pidiendo un trato igualitario, no debe permitir que con unos profesores se haga la vista gorda en todo y con los otros se vaya siempre al límite del reglamento y más allá. Además de eso, tiene que hacer ver que las reclamaciones son individuales y tienen nombre y apellidos, no son campañas anónimas. También tiene que recordar que los juzgados están para algo, porque la inspección actúa muy poco.
Así que toda esta situación tiene la actual Conselleria de Educación de la Comunidad Valenciana sobre la mesa, ahora vamos a ver si actúa con mayor o menor eficacia. La resistencia que va a afrontar va a ser muy alta, pero tiene todas las de ganar si sabe usar bien el DOGV y mandar a la inspección a mirar en cada rincón. Ya digo que no hay que pensar que esto es algo generalizado en todos los centros, los problemas están localizados especialmente en centros en los que han accedido personas ideologizadas a la dirección. En todo caso, son muchos los cambios que el sistema educativo público necesita para centrarse realmente en el interés del alumnado, y esa querencia que tiene el PP por la educación privada no facilita tampoco las cosas.
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